Cuando coches como el nuevo Audi A8 salen al mercado, su venta se convierte en un acontecimiento, no solo porque a la mayoría de fans la espera se les ha hecho eterna, sino porque conducirlo y disfrutarlo es un síntoma de elegancia y exclusividad. La cuarta generación de este impresionante vehículo está diseñada para pasar a la historia y marcar el inicio de una nueva etapa para Audi.
Primero porque las líneas de la carrocería son pura elegancia y deportividad, con la parrilla Singleframe dominando el frontal y esa línea trasera que une los pilotos en lo que se está convirtiendo en marca de la casa. Todo junto aporta sofisticación, pero también cierto aire musculoso y fuerte, a la vez que transmite una cálida fluidez en sus detalles. En el interior, como se espera de una marca como Audi, la 
tecnología lo envuelve, prescindiendo de botones y mandos para darle prioridad a la pantalla táctil de más de 10 pulgadas que lo controla todo y que apenas es visible cunado está apagada, camuflada en el “black-panel”.
Desde esta impresionante pantalla, como decimos, se puede controlar todo el sistema de infoentretenimiento y muchos otros aparatos del coche como pueden ser el climatizador o incluso para introducir algún texto mediante escritura manual. Pero además muchos otros sistemas del vehículo lo convierten en el buque insignia de la marca de los cuatro aros, como son la iluminación interior con LEDs, los faros y pilotos también LED, el Audi parking system plus delantero y trasero que además cuenta con una cámara para poder dar marcha atrás con más seguridad; el sistema Audi pre sense city con protección de peatones, los asientos delanteros calefactados con regulación eléctrica, el Audi connect Safety & Service. También el MMI navegación plus que cuenta con las dos pantallas táctiles de la consola central, el cuadro de instrumentos digital Audi virtual cockpit de 12,3 pulgadas, el indicador de pérdida de presión de neumáticos y una suspensión neumática adaptativa regulable son algunos de las múltiples ventajas que supone conducir un coche como el Audi A8, dinámico, elegante y potente.